Biografía de Julio César

Julio César

Julio César nació en Roma en el año 100 a. C. en una antigua familia de patricios, llamada Julia, cuya ascendencia, se decía, se remontaba hasta la diosa Venus.

Su padre, quien también se llamaba Cayo Julio César, alcanzó el rango de pretor. Su madre provenia de una familia plebeya rica e influyente, de la rama de los Cotta. Julio César, al crecer entre la clase baja de la población, aprendió al parecer varios idiomas, incluyendo hebreo y algunos dialectos galos. Al vivir en esas condiciones, en el seno de una familia patricia con limitaciones económicas, caía en una desventaja para su futuro político. No obstante, el joven aprendió mucho de su infancia, apreciando el poder del liderazgo para el hombre común. Además, contaba con la ventaja de su herencia patricia y de un genio político que lo llevaría a la cúspide del poder romano.

Los Julios Césares, aunque patricios, no contaban con grandes riquezas para los patrones de la aristocracia romana de la época y debido a eso, su familia no ostentaba cargos prominentes en la República romana. Su tía Julia se casó con el gran general y reformador Cayo Mario, líder de la facción progresista del Senado, los Populares, adversarios de los Optimates (conservadores). Mario fue un personaje que influiría favorablemente en Julio César, y captaría la admiración de este. Cuando se enemistó con Sila, éste al respecto del genio de Julio César, mencionó que era tan peligroso como muchos Marios.

Al final de la vida de Mario, las luchas entre las dos facciones políticas habían llegado al punto de originar la guerra civil en el año 86, cuya consecuencia a largo plazo fue la dictadura (concepto romano del término) de Lucio Cornelio Sila. En el año 85 a. C., poco tiempo después que Julio César cumpliera 15 años, su padre murió de enfermedad. Muchas de las propiedades de su padre y Mario fueron dejadas al joven Julio César.

Este no tenía otra opción que apoyar a la facción progresista debido a sus lazos familiares (sobrino de Mario, esposo de Cornelia, quien era hija de Cinna). Debido a esta situación, Sila ordenó que Julio César se divorciara de Cornelia para así probar su lealtad al nuevo régimen, a lo que, en un acto de rebeldía, se negó. Sila, al enterarse de la negativa mandó a capturar y asesinar al joven. Pero fue la intervención de su familia y amigos lo que lo liberó de la segura muerte. Sus tíos Marco, Cayo y Lucio Aurelio Cotta, junto con las vírgenes vestales y el propio yerno de Sila, Mamerco Emilio Lépido Liviano, convencieron al Dictador de perdonarle la vida. No obstante, Julio César no regresó a Roma sino que partió a Oriente a formar parte de la campaña contra Mitrídates VI, en la cuál se distinguió por su valor en combate y su capacidad de liderazgo.

A la muerte de Sila en el 78 a. C., regresó a Roma e inició carrera como abogado en el Foro romano, siendo reconocido por su gran oratoria. Sus principales víctimas eran los políticos corruptos acusados de extorsión.

Julio César y los piratas

No contento consigo mismo, viajó a Rodas para estudiar filosofía y retórica. Durante el viaje, su barco fue abordado por piratas, quienes acostumbraban pedir rescate por los ciudadanos romanos que capturaban humillándolos al exhaltar sobremanera su nobleza y echándolos de cabeza al mar. Se dice que el jefe de los piratas, miró a Julio César y decidió pedir 20 talentos de oro, a lo que éste, en un arranque de osadia y arrogancia, exigió que se pidieran 50, a lo que el pirata accedió y como le había caído en gracia el joven Julio César le aseguró que aunque dieran veinte 20 lo liberaría, a lo que Julio César le respondió “Como gustes, pero te advierto que más adelante los colgaré a todos de los palos de esta nave”. Transcurrieron 38 días, y Julio César se instaló rápidamente entre los piratas, casi como un invitado o un amo, retando y ofreciendo discursos. Luego de que el rescate fue entregado, fue liberado y rápido en sus acciones, se apresuró a Mileto, donde reunió gente y armas, y sin perder tiempo regresó a la isla de Farmacusa donde aprehendió a los sorprendidos piratas. Luego, fueron conducidos a la autoridad romana, a quienes no les interesaba castigarlos, sino más bien el botín. Julio César, dándose cuenta de eso, tomó una parte del botín y la otra la entregó a la autoridad, y al ver que el castigo no llegaba, se apresuró a Pérgamo donde se había ganado el respeto y la admiración de la gente, ordenó sacar a los piratas de sus celdas y después de un discurso, los hizo colgar en los palos de su propia nave. Esas acciones le valieron la popularidad y admiración entre el pueblo.

En el 69 a. C., sufrió la muerte de Cornelia, así como la de su hijo que nació muerto y poco después pereció la tía Julia. Contrario a la costumbre de la época, insistió en organizar funerales públicos para ambas. Ambos funerales sirvieron también para desafiar las leyes de Sila que prohibían mostrar imágenes de Mario o de su hijo en público, pues dichas imágenes fueron exhibidas en el sepelio de Julia, y en el sepelio de Cornelia, la imagen de su padre Cinna. Eso fue muy apreciado por la opinión pública y repudiado por los Optimates.

Julio César en la Hispania Ulterior

Fue electo cuestor por la Asamblea del Pueblo en el 69 a. C., con 30 años de edad, como estipulaba el cursus honorum romano. En el sorteo subsiguiente, obtuvo un cargo en la provincia romana de Hispania Ulterior, situada en lo que es hoy día Portugal y el sur de España. Fue aquí donde Julio César pasó por un breve estado de depresión en el cual a los pies de una estatua de Alejandro Magno, lloró amargamente comparando sus acciones con las del gran conquistador Macedonio, diciendo «¡Este hombre, a mi edad, ya había conquistado el mundo!».

Regresó a Roma, donde prosiguió su carrera como abogado hasta ser electo Edil en el 65 a. C., el primer cargo del cursus honorum institución de la República Romana, aunque nominalmente siguió existiendo durante el imperio, que servía para escalar puestos en la jerarquía y funcionariado romano) que tenía facultades de imperium (poder público). Dentro de las funciones de un edil se encontraban la regulación de las construcciones, del tránsito, del comercio y otros aspectos de la vida diaria, también eran los encargados de organizar los juegos en el Circus Maximus, para los que el edil Julio César, tendría que aportar dinero de su propio bolsillo, pues el herario público para éstos no era suficiente. En su caso, éste tendría que aportar una fuerte cantidad puesto que pretendía impulsar su carrera política con éstos, lo cuál consiguió con éxito, llegando a desviar el curso del Tíber para una representación en el circo, sin embargo acabó el año con deudas del orden de varios cientos de talentos de oro.

No obstante, el éxito como edil fue una ayuda importante en su elección para pontifex maximus en el año 63 a. C., después de la muerte de Quinto Cecilio Metello Pío. El cargo de Julio César implicaba una casa nueva en el Foro, la Domus Publica, el hacerse cargo de toda la vida religiosa de Roma y custodia de las vírgenes vestales. También significaba el alivio del fin de sus deudas.

Al tomar posesión del cargo de pontifex maximus fue involucrado en un escándalo. Después de la muerte de Cornelia, se casó con Pompeya, nieta de Sila, cuyo deberera hacerse cargo de la organización de los ritos de la Bona Dea en diciembre, exclusivo a las mujeres consideradas sagradas. Sin embargo, durante las celebraciones, Publio Clodio (un joven líder demagogo, considerado peligroso) pudo entrar en la casa disfrazado de mujer. Pompeya fue señalada como culpable de este sacrilegio, y se le fue exigido el divorcio. Julio César reconoció en público que no la consideraba culpable, pero accedió diciendo “La mujer de César tiene que estar por encima de toda sospecha”.

El escándalo de Catilina

Julio César fue electo pretor en el año 63 a. C. y Marco Tulio Cicerón, cónsul. Durante su consulado, Cicerón descubrió una conspiración para remover a los magistrados electos, la cual era liderada por Lucio Sergio Catilina, un patricio frustrado por su poco éxito político. A consecuencia de esto cinco prominentes romanos aliados de Catilina. Esto fue un hecho que conmocionó a la sociedad romana, pues en pocas ocaciones ciudadanos romanos eran ejecutados y cuando se hacía era sólo después de complejos procesos judiciales. La actitud de Julio César fue de rechazo a esta medida usando para esos fines su gran oratoria, sin embargo fue vencido por la insistencia de Marco Porcio Catón. El Joven y los 5 hombres fueron ejecutados ese mismo día. En esta dramática reunión del Senado el romance de César con Servilia, hermana de Catón, salió a la luz. Sus opositores políticos lo acusaron de formar parte de la conspiración de Catilina, mas esto nunca se comprobó y no hizo daño alguno a su carrera. Luego de su complicado año como pretor, fue nombrado gobernador de Hispania Ulterior.

El primer triunvirato: Julio César, Pompeyo y Craso

Al ser electo Cónsul en el año 59 a. C. contó con otro cónsul electo como enemigo: Marco Calpurnio Bíbulo, quien dijo retirarse de la vida política para, según el, dedicarse a buscar presagios en los cielos, pretexto con el cual podría frenar sus reformas. En ese entonces, Pompeyo, personaje que había obtenido importantes logros militares y había adqurido el título de Pompeyo Magno, estaba en disputa con el senado por la cuestión de asignarles tierras de cultivo a sus veteranos de guerra. Y por último se encontraba Craso, otro personaje que se había hecho rico debido a su función corrupta con la brigada de bomberos que sólo apagaba los incendios si el propietario del bien accedía a vendérselo a bajísimo precio, estaba tratando de obtener el liderazgo del ejército en la guerra contra el Imperio Persa. Fue así como Julio César, Pompeyo Magno y Craso (por mediación del primero) formaron un grupo particular dispuesto a ayudarse a tomar el poder, conocido como primer Triunvirato (El segundo triunvirato quedó constituido por Octavio, sobrino de César, Marco Antonio y Lépdio).

A Julio César le resultaba de utilidad el dinero de Craso y de la influencia y popularidad de Pompeyo ianza informal. Para afianzar la estabilidad del triunvirato Pompeyo se casó su hija: Julia Caesaris. Hambriento por obtener gloria militar, Julio César marchó a la conquista de las Galias tan pronto recibió poderes proconsulares para gobernar las provincias de Galia Transalpina (actualmente al sur de Francia) e Iliria (la costa de Dalmacia), mismos que le otorgaban cinco años.

Julio César y su aventura en Britania

Julio César se había enfrascado en la invasión de Britania después de sus campañas contra los germanos. En ese entonces no se sabía si Britania (la actual Inglaterra) era una isla o un continente. Se decía que era una tierra misteriosa y con muchas promesas de ser un lugar de oportunidad, y para un aventurero como él representaba una atractiva propuesta de conquista. Sin embargo, su campaña en Britania no fue muy exitosa, y no consiguió grandes logros de la misma debido a las grandes dificultades que sufrió en el desembarco por el clima y la resistencia de los guerreros de Britania, que aunque fue conquistada por las armas no quedó completamente dominada más que en palabras. Durante el desembarco se cuenta la anécdota de que al estar recelosos de saltar al agua los legionarios y enfrentar a los britones que se encontraban relativamente cerca de las naves, uno de los portaestandartes de 13a. Legión (la favorita de Julio César) saltó al agua llevando el águila (cuya pérdida, era totalmente indigna para las legiones) después de gritar “¡Saltad conmigo, soldados, si no queréis que nuestra águila quede en poder del enemigo! Yo , al menos, cumpliré con mi deber para con la república y con mi general”. Después, en esa batalla en la playa Julio César obtuvo la victoria.

Sin embargo, se limitó a pedir rehenes y explorar el territorio y viendo más tarde que aún había mucha violenta resistencia decidió partir llevándose consigo más rehenes, pero sin afianzar su dominio en la región. Sin embargo, en roma, aquella victoria le valió gran popularidad, misma que le aseguraría seguir en el poder del triunvirato, esta vez, como el más popular.

Julio César vs Vercingétorix: La Guerra de las Galias

Julio César tuvo que regresar con las manos vacías a la Galia. Y bajo este escenario del consulado y el triunvirato, inició las Guerra de las Galias (58 a. C. – 49 a. C.), tras la revuelta de los líderes Galos al enterarse de la pobre campaña de Britania y al estado dividido de las legiones romanas. Fue Ambiórix, el jefe de los Eburones, el que inició la resistencia contra la dominación de las legiones de Julio César, al tiempo que otros líderes Galos comenzaron a tomar las armas también, principalmente con ataques por sorpresa sobre los desprevenidos romanos, que no obstante siempre lograron contener la situación. Julio César trató de dar muerte a Ambiórix a toda costa y pronto su crueldad y violencia se fueron asentuando en su deseo de dar término a la rebelión, sumiendo al país en un profundo terror, cosa que fue mal vista en Roma, donde para variar se cargaba con el fracaso de la campaña de conquista de Persia, donde el triunviro Craso fue muerto.

Al reorganizarse, los Galos nombraron como jefe supremo al príncipe Vercingétorix, caudillo de los Arvernos. Éste era un personaje fuerte y corpulento que representaba los ideales galos y ejercía un un fuerte liderazgo sobre ellos. Julio César contaba ahora con un digno rival. Vercingétorix sometió a una dura disciplina a sus tropas, casi igual que la de las legiones romanas. Cada uno emprendió la guerra por su lado, Julio César conquistando castillos y fortalezas, y Vercingétorix incendió veinte ciudades para cortar las líneas de suministros de Julio César, diesmando y deteniendo los esfuerzos de los romanos.

Ante tales tácticas Julio César trató de buscar apoyo en sus antiguos aliados, pero éstos le traicinaron y se sumaron a la rebelión Gala. La estrategia de Vercingétorix, consistía en seguir quemando ciudades de manera que los romanos no pudieran rehabastecerse y finalmente se vieran obligados a salir del país. Aunque algunos jefes Galos se mostraron en desacuerdo objetando que aunque tuvieran éxito después no tendrían donde vivir, sin embargo Vercingétorix logró hacerlos entrar en razón y contó con su apoyo, mientras que las noticias alentaron a más jefes Galos a sumarse a la rebelión contra Julio César. Más tarde decidió enfrentarse directamente a Vercingétorix poniendo sitio en Gergovia, obligándole al sitiado a entablar batalla, misma que Julio César pierde, en un encarnizado combate, teniendo que retroceder junto con sus legiones, más sin embargo no fue un fracaso total puesto que ninguna legión se ha perdido. Las noticias de la batalla corren rápidamente y Julio César presencia como los pocos pueblos galos que le habían sido fieles le abandonan. Por otro lado la victoria Gala no hace otra cosa que encender la fé en la victoria final de Vercingétorix.

Después acude a Germania para reclutar una potente caballería, mas sin embargo se dirige al sur, junto a todos los que tenían algo que temer de los Galos sublevados, en una marcha que más parece una franca huída. Es entonces cuando el entusiasmo de los Galos presenta una oportunidad para Julio César. Ante las negativas de Vercingétorix, quien prefería seguir con sus tácticas de guerrillas que tan buenos resultados habían dado, los jefes Galos lo obligan prácticamente a base de insistencia a presentar batalla en campo abierto contra las legiones romanas. La batalla llenó de entusiasmo a las tropas Galas, y pronto se alistaron para presentar batalla al ejército en fuga de Julio César. Mas, sin embargo, la batalla tomaría un resultado muy distinto al esperado por los Galos, puesto que la caballería Germana reclutada por él inclinaría la balanza a su favor, derrotando con su ayuda al numeroso ejército Galo, que combatía con ventaja numérica, pero no eran rivales para las tropas veteranas de Julio César. Vercingétorix, junto con el resto del ejército Galo, perdiendo los ánimos de combatir retrocedió a refugiarse en Alesia.

Precisamente aquí se revelaría el genio estratégico de Julio César, quien con pocas provisiones, en una maniobra valiente y osada, decide perseguir a Vercingétorix y poner sitio a Alesia. La estrategia de Julio César, consistió en rodear a la ciudad con un anillo de obstáculos (compuesto por lodo, ramas secas que dificultaran el avance en caso de que las fuerzas de vercingétorix trataran de salir, y unas empalizadas que eran interrumpidas cada cierta distancia por torres de madera), que asegurara el aprisionamiento del ejército Galo hasta asegurar su rendición. Vercingétorix, al darse cuenta de los planes de su enemigo, decidió actuar y atacar por sorpresa con su caballería la construcción de la obra, en el único lugar que todavía no estaba construido, pero la intención de vercingétorix, no era la de aniquilar las fuerzas de Julio César ni mucho menos, sino pasar a través de ellas para convocar a los líderes Galos a que intervinieran en su auxilio. El ataque tuvo éxito y los jinetes lograron atravezar las defensas todavía inacabadas. Julio César en respuesta a esto y en su estrategia más gallarda y legendaria, decide encerrarse a sí mismo creando otro anillo con las mismas características pero en sentido opuesto, para resistir el contraataque de las fuerzas galas, que atacarían desde afuera de la ciudad.

Las obras defensivas de Julio César estuvieron listas en cinco semanas, mientras que el ejército de rescate Galo se presentó poco después. Hubieran hecho rendir a los Romanos al cortar su línea de suministros y símplemente esperar, aunque los Galos sitiados hubieran sufrido estragos también, más sin embargo impacientes desencadenaron un ataque desorganizado contra las defensas del César, sufriendo graves pérdidas y siendo perseguidos después por la caballería Germana, que sembraba muerte e incertidumbre. Luego en otro ataque simultáneo en el mismo punto, los Galos casi logran atravezar las defensas que eran ya casi insosteniblemente defendidas por las legiones de Julio César, más ante sus palabras y su presencia en los puntos más comprometedores de la batalla los Galos consiguieron ser rechazados. Ante tal fracaso, el heróico Vercingétorix decidió entregarse a los romanos por el bien común, y salió de las murallas de Alesia, entregándose a Julio César y poniéndose de rodillas ante él. Vercingétorix fue arrestado y mandado a roma como trofeo, y seis años después decapitado. Vercingétorix es hoy en día considerado un héroe en territorio Francés.

De acuerdo con Plutarco, la campaña resultó en 800 ciudades capituladas, 300 tribus sometidas, un millón de galos reducidos a la esclavitud y otros tres millones muertos en los campos de batalla.

Julio César cruza el Rubicón

Mientras ocurrían estos hechos, Julia, su hija, había muerto durante un parto y Craso también había fallecido en su campaña contra Persia. El triunvirato se había disuelto y ahora sólo dos figuras se disputaban el poder: Julio César y Pompeyo. La facción conservadora aún era adversaria de Julio César y fue con ésta precisamente con quien se alió Pompeyo. En un intento por seguir contando con el apoyo de Pompeyo y prevenir una guerra civil, le ofreció la mano de una de sus sobrinas, pero Pompeyo se casó con Cornelia Metella, hija de Metellus Scipio, uno de los peores enemigos de Julio César.

El senado lidereado por Pompeyo, en una actitud agresiva (tomada por temor a la gloria acaparada en su campaña Gálica) le envió a César una proposición, mandar una de sus escasas légiones a oriente para vengar a Craso y devolver la otra a Pompeyo que se las había prestado para la Guerra de las Galias. Pero los ánimos se tornaban cada vez más agresivos para Julio César y de nada servían los intentos de apaciguarlo por parte de sus amigos Marco Antonio y Curión. Finalmente la desición fue tomada, y le fue exigido a Julio César deponer su ejército o declararse enemigo de Roma. Ante tales amenazas y sabiendo que no tenía más alternativa, toma una decisión y marcha sobre Roma. En su camino, decide cruzar el Rubicón (un río italiano, que estaba prohibido cruzar por cualquier general preparado con su ejército) y al realizar el cruce sabe que no puede dar marcha atrás (de ahí que la frase “cruzar el rubicón” es utilizada para expresar que lo que en lo que se ha decidido no se puede arrepentirse). Se cuenta que cuando cruzó el Rubicón, al llegar al otro extremo, Julio César dijo “Allea Jacta Est”, es decir: “La suerte está echada”. Esta acción dio inicio a la guerra civil romana.

Los Optimates, incluidos Metellus Scipio y Catón el joven, huyeron hacia el sur, sin saber que César estaba acompañado apenas por su decimotercera legión.

Julio César derrota a Pompeyo

Julio César persiguió a Pompeyo hasta el puerto de Brundisium en el sur de Italia, con la esperanza de poder rehacer su alianza, pero éste se negó a entablar toda conversación y huyó hacia Grecia con sus seguidores. Entonces fue a Hispania en una marcha forzada de apenas 27 días, para derrotar a los seguidores de Pompeyo en esa poderosa provincia, de la cuál extrajo más fuerzas para enfrentar a Pompeyo, perdonando la vida de sus seguidores. Depués de asegurar la retaguardia, y de organizar las instituciones políticas en Roma, que caía en la anarquía, César se dirige a Grecia. El 10 de julio de 48 a. C. es derrotado en la batalla de Dyrrhachium. Mas Pompeyo, en esos últimos tiempos muy indeciso, no aprovechó la victoria y prefirió seguir esperando a que su ejérito se desgastara por hambre. La batalla final se daría el 9 de agosto, en la batalla de Farsalia, donde César adivinó la formación de Pompeyo y obtuvo una victoria total. No obstante los enemigos políticos de Julio César consiguieron huir: Pompeyo para Egipto, Metellus Scipio y Catón para el norte de África. De regreso a Roma, fue nombrado dictador romano (un concepto diferente del actual), con Marco Antonio como Magister equestris, y fue electo cónsul por segunda vez.

En el año 47 a. C. Julio César marchó a Egipto en busca de Pompeyo, quien había sido asesinado por Ptolomeo XIII, en un intento por congratularse con él. Pero no sirvió de nada el asesinato de Pompeyo pues le otorgaría el máximo poder a su hermana Cleopatra en lugar de a Ptolomeo XIII. Durante su estancia en Egipto se enamoró del país y de Cleopatra, de cuya relación nació un único hijo, llamado Cesarión, quien sería Ptolomeo XIV.

Después de las campañas de Egipto, se dirigió al Medio Oriente, donde derrotó al rey Farnaces de Bósforo en la batalla de Zela y después fijó rumbo al norte de África donde atacó a los líderes de la facción conservadora, antiguos pompeyanos, allí atrincherados. En la batalla de Tapso en 46 a. C., César tuvo una victoria más y vio desaparecer dos de sus peores enemigos, Metellus Scipio y Catón el joven. Sin embargo, los hijos de Pompeyo, Cneo y Sexto Pompeyo Fastulos, así como su antiguo comandante de caballería Tito Labieno, consiguieron huir para Hispania. Julio César los persiguió y en marzo del 45 a. C. derrotó el último foco de oposición en la batalla de Munda.

Las Idus de Marzo: El asesinato de Julio César

Con todo el mundo romano bajo su control, regresó a Roma. Ahí fue nombrado dictador vitalicio y denominado padre de la patria. Con el poder en sus manos, comenzó a crear muchas reformas administrativas que incluyeron el cambio para el calendario juliano, donde el mes Quintilis fue rebautizado como Julius en su honor y continúa, hasta nuestros días, siendo conocido como julio. En febrero, en las fiestas de Lupercalia en honor a Baco, Marco Antonio le ofreció una diadema, símbolo de rey, la cual fue rechazada fírmemente por Julio César, poniéndola ante el templo de Júpiter. Sin embargo, ese ofrecimiento le valió la desconfianza de sus pares, que comenzaron a temer su ambición.

Poco tiempo después, Julio César fue asesinado en una reunión del senado, en los Idus de Marzo (15 de marzo) del 44 a. C., por un grupo de senadores que según ellos actuaban patrióticamente en defensa de la República. Entre ellos estaban sus antiguos protegidos Marco Junio Bruto y Cayo Longino Casio. Tras recibir 23 puñaladas, César cayó a los pies de una estatua de Pompeyo.

Según se cuenta, Calpurnia Pisonis, la mujer de Julio César, después de haber soñado con un presagio terrible, le advirtió a que tuviera cuidado, mas éste no hizo caso de su advertencia diciendo: Sólo se debe temer al miedo. Después de su muerte, estalló una lucha por el poder entre su sobrino-nieto César Augusto, a quién adoptó en su testamento, y Marco Antonio, que culminaría con la caída de la República y el nacimiento del Imperio romano.

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