Biografía de Porfirio Díaz

Porfirio Díaz

José de la Cruz Porfirio Díaz Mori nació en la ciudad de Oaxaca el 15 de Septiembre de 1830. Durante su juventud quedó huérfano de padre a los 2 años a consecuencia de la epidemia de cólera morbus. A la edad de 6 años fue remitido a una escuela de primeras letras llamada Amiga, donde aprendió a leer y escribir. A los 13 años de edad entró al seminario en calidad de alumno externo y estudió latín y filosofía, apoyado por su tío, teniendo que impartir latín a un hijo de un amigo de Benito Juárez, Marcos Pérez, cuyas conversaciones lo motivaron a dejar el seminario y apoyar la causa liberal, no importando que su tío le retirara todo apoyo, incluso pidiéndole unos libros que le había regalado.

Posteriormente, se enlistó en la vida militar, contando con solo 16 años. Poco tiempo después alentado por un afán nacionalista, se puso al mando de un pequeño grupo de compañeros y se dirigió al gobernador del estado, ofreciéndole su disposición de luchar. Aunque de momento no tomaron las armas, más tarde fue aceptado y se sujetó al duro régimen militar.

La invasión francesa

Los emisarios de España e Inglaterra llegaron a un acuerdo y se retiraron; pero no así los de Francia, cuyos soldados, violando su compromiso, avanzaron sobre el punto de observación donde estaba Porfirio Díaz y lo atacaron por sorpresa. El general Ignacio Zaragoza ordenó la retirada hacia Puebla y Porfirio cubrió la retaguardia, para lo cual hubo de resistir a los franceses en las cumbres de Acultzingo, de manera que fue su tropa la que cambió los primeros disparos con los invasores. El 5 de Mayo de 1862, rechazados los invasores en los fuertes de Loreto y Guadalupe, cargaron duramente sobre la línea de Porfirio, quien logró detenerlos y los obligó a retirarse persiguiéndolos luego hasta el anochecer, yendo esta acción más allá de las órdenes de Zaragoza.

Después de la batalla del 5 de Mayo, el ejército mexicano donde él luchaba se estableció líneas de ataque, pero Ignacio Zaragoza murió al poco tiempo víctima de la tifo. Tras repeler los ataques de los mexicanos, los franceses consolidaron su estancia en Orizaba y durante 10 meses se reorganizaron y recibieron numerosos refuerzos de Francia y el 18 de Marzo de 1863 los franceses reanudaron el ataque y pusieron sitio a Puebla, rodeando la ciudad, pero quedando sus fuerzas demasiado alejadas entre sí. Porfirio, observando esta maniobra defectuosa, propuso un ataque masivo sobre alguno de los destacamentos para quebrantar al enemigo y romper sus comunicaciones. Sin embargo, Manuel Ortega rechazó el plan. Mandaba la línea de San Agustín, la cual fue escogida por el enemigo para atacar, sin embargo, resistió durante 3 días (del 1° al 3 de Abril) y ahí mismo fue ascendido a General de brigada. Los franceses viendo que no podrían entrar por medio de las armas, decidieron rendir la ciudad por hambre, consiguiéndolo el 18 de Mayo. Junto a los otros jefes y oficiales fue hecho prisionero, pero logró escapar al poco tiempo, acudiendo a la ciudad de México donde Benito Juárez le propuso el ministerio de guerra, el cual Porfirio rechazó.

El gobierno hubo de retirarse a San Luis Potosí ante el avance de los conservadores y el clero, donde casi desaparece el ejército mexicano a causa de la falta de pago, deserciones y desánimo.

Posteriormente fue designado jefe del ejército de oriente, mandando los estados de Oaxaca, Veracruz, Chiapas, Tabasco, Yucatán y Campeche, penetrando en Oaxaca y sustituyendo al gobernador, que estaba en tratos con el enemigo. Maximiliano intentó comprarlo en dos ocasiones; pero rechazó el ofrecimiento, advirtiéndole en la segunda que haría fusilar a los emisarios siguientes. Al ver esto Maximiliano decidió aplastarlo y con un ejército de cerca de diez mil hombres puso sitio a Oaxaca, obligando a Porfirio a rendirse debido a que su ejército se hallaba muy debilitado por los desertores (muchos de los cuáles se habían pasado al bando enemigo). Díaz fue apresado, pero logró fugarse tras diez meses.

Después, logró rehacer su ejército, comenzando con catorce hombres y ejerciendo la guerra de guerrillas, reclutando hombres y obteniendo dinero y armas. Haciéndose cada vez más poderoso el ejército de Oriente, venció en Miahuatlán al imperialista Oronoz y avanzó sobre Oaxaca, donde acampó el 8 de Octubre de 1866. Luego venció en La Carbonera a un poderoso refuerzo imperial, volviendo después a Oaxaca, rindiéndola incondicionalmente. Dueño del sur de la república, decide avanzar al Norte y marchó a Puebla, tratando de no encontrarse a los franceses que regresaban a su tierra, pero marchando cerca de ellos para ir recogiendo el armamento que dejaban atrás. Puso sitio a Puebla, haciendo lo mismo después con la ciudad de México, que al poco tiempo de saber de la captura de Maximiliano, se rindió.

La rebelión de Porfirio Díaz

Tras iniciarse el asedio de la ciudad de México, contrajo matrimonio con su sobrina carnal Delfina Ortega Díaz, que residía en Oaxaca, con quien tuvo cinco hijos, sobreviviendo sólo Porfirio y Luz.

Ante la reelección de Benito Juárez y algunas de sus acciones como el aumento de sus poderes ejecutivos y el retiro de varios jefes relevantes del ejército, se retiró del ejército, yendo a Oaxaca a dedicarse a la agricultura, pero manteniéndose alerta en el aspecto político, siendo electo miembro del congreso federal en 1870. Después, en 1872, Benito Juárez obtuvo una segunda reelección y Porfirio Díaz tomó como bandera para la rebelión el Plan de la Noria, pero al morir Benito Juárez el 18 de Julio, la rebelión perdió su razón de ser. Sebastián Lerdo de Tejada sucedió a Benito Juárez y se declaró reelecto en Septiembre de 1875, provocando que Porfirio se levantara nuevamente en armas conforme al Plan de Tuxtepec, haciendo que Lerdo de Tejada se refugiara en Estados Unidos. Posteriormente convocó a elecciones y resultó electo presidente en mayo de 1877 y ya que el lema de Tuxtepec había sido la no reelección, en 1880 entregó el poder al general Manuel Gonzáles. Pese a esto, no tuvo obstáculo para ser reelecto en el período 1884-1888, período que se alargó 26 años, ya que no abandonaría la silla presidencial hasta la revolución de Francisco I. Madero.

«Mátalos en caliente»

Una vez en el poder por segunda ocasión, Porfirio Díaz tuvo cuidado de consolidar su poder exterminando a toda la oposición sistemática y metódicamente, consiguiendo un período de paz, que muchos opositores llamarían “PAZ SEPULCRAL”. En el orden políticio, se esforzó por dominar al poder Legislativo, que hasta Benito Juárez, había sido gran opositor del ejecutivo. Para lograr esto, hubo de manejar las elecciones del congreso de manera que solo ganaran aquellos personajes que le fueran preferentes. Se recurrió al fraude electoral por medio de la violencia, la impostura de cajas electorales y múltiple votación de las mismas personas, de manera que el congreso existió solo para dar apariencia de democracia. Y lo mismo se hizo en los estados de la república mexicana, convirtiendo a la república en un centralismo presidencial absoluto.

En 1879 se fraguaba un complot en Veracruz, el cual fue sofocado por el gobernador por órdenes de Díaz, quien ordenó el fusilamiento inmediato de los sospechados. A esta política de exterminio de la resistencia se le llamó “Mátalos en Caliente”, por la cita textual de las instrucciones telegráficas que envió al gobernador. De esta manera también cayó asesinado el general Trinidad García de la Cadena, quien pretendía postularse para el período de 1888-1892, y como él, un sin número de pretendientes al poder cayeron por todo el país. Incluso cuando la oposición era representada por grupos, y no por individuos, era reprendida de la misma cruel forma. Sin embargo, a costa de mucha sangre, Porfirio consiguió un período de paz, al detener de forma implacable la cadena de revoluciones que había sumido a México en un período de más de 60 años de guerra civil, por lo cual fue llamado por muchos “Héroe de la paz” aunque como ya se dijo, por otros, su paz fue llamada “Paz Sepulcral”.

En los medios de comunicación se efectuó el mismo medio de represión, comprando o persiguiendo a los editores de los periódicos, hasta someterlos completamente. Algunos de ellos resistieron heroicamente, como los directores de “El monitor Republicano”, “La voz de México” y “El Hijo del Ahuizote”. El periódico “El tiempo” pudo llegar a un acuerdo con el gobierno y sus textos fueron tolerados para aparentar la existencia de una libertad de prensa. De esta manera la credibilidad en las votaciones descendió al punto que ya nadie se presentaba a votar más que los empleados públicos. Con respecto a la iglesia, Porfirio no abolió las leyes de Reforma sino símplemente las ignoró, observando una conducta conciliadora. Por otra parte, no licenció a las tropas puesto que podrían haber apollado a otro caudillo revolucionario sino que las mantuvo en constante movimiento y las desarraigó de sus comunidades nativas, impidiendo las rebeliones locales.

Las tribus yaquis y mayos organizaron rebeliones, pero también fueron reprendidas, así como los indios Mayas de Yucatán.

El desarrollo económico de Porfirio Díaz

En materia de política exterior, dirigió al país relacionándose amigablemente con casi todas las demás naciones, incluso con Francia, con la cual estableció la paz y a excepción de Guatemala por sus pretensiones sobre el Soconusco y el asesinato de un presidente Guatemalteco en territorio mexicano. Al poco tiempo Estados Unidos y México actuaron juntos como árbitros en conflictos centroamericanos, como la contienda entre Guatemala y, El Salvador y Honduras.

En 1887 fundó las escuelas normales de maestros en Jalapa y México. El crecimiento educativo durante el mandado de Porfirio es también apreciable ya que en 1878 había 4,498 escuelas oficiales y 696 particulares, mientras que treinta años después las de gobierno se habían duplicado (9541) y las privadas triplicado (2557), dando un total de 12068, sin embargo había escasez de maestros, pues era un oficio mal remunerado.

En materia económica, se puede decir que la obra principal del porfirismo fue el impulso económico, basado en el capitalismo liberal. Desde el comienzo de su mandato se preocupó por extender las vías férreas. Ya que los inversionistas mexicanos se mostraban mezquinos, acudió al capital extranjero, otorgando ventajosas concesiones para construir vías férreas, firmando contratos importantes con compañías norteamericanas como James, Sullivan, Symons y Camacho, y David Ferguson. En 1897 se habían tendido 13,584 kilómetros de vía, en comparación con los 578 que existían cuando Díaz asumió el poder, llevando a la nación mexicana a ser el primer lugar de Latinoamérica en vías ferroviarias. Después, en 1898, se pensó en nacionalizar los ferrocarriles, cesando las concesiones y haciendo que el gobierno adquiriera el mayor número de acciones de las compañías. Así, en 1908 se crearon los Ferrocarriles Nacionales de México. Gracias a las vías ferroviarias que impulsó, las compañías fundidoras norteamericanas pudieron adentrarse en México e introducir nuevas técnicas modernas para el tratamiento de metales, contribuyendo a la aceleración de la energía eléctrica y la producción de Cobre. También había unas cuantas compañías Inglesas o francesas, pero la mayoría eran Norteamericanas.

Cuando llegó al poder, la nación se encontraba en banca rota, ya en 1895, el presupuesto gubernamental tuvo un superávit de 2 millones, que luego se convertiría en 10 millones en 1897, propiciando obras a través de toda la república mexicana, como el gran canal del desagüe en la ciudad de méxico, el Teatro Nacional (hoy Palacio de las bellas artes), la introducción de la energía eléctrica y la presa de Necaxa, en su tiempo la más grande del mundo.

La revolución mexicana y el fin de Porfirio Díaz

Junto con el desarrollo de la economía también hubo descontento por parte de la gran población trabajadora, que tenía salarios muy bajos. Las principales leyes de Porfirio contribuyeron a incrementar el latifundismo. De modo en en 1910, las haciendas en manos de 830 terratenientes, comprendían el 97% de la superficie rural; el 2% a pequeños propietarios y el 1% a los pueblos. Bajo este escenario de descontento surgieron las rebeliones de Río Blanco y Cananea, que fueron reprimidos violenta y cruelmente.

En 1903 reformó la Constitución para alargar el período presidencial a 6 años y al año siguiente fue reelegido por sexta ocasión. En 1908 concedió una entrevista al periodista norteamericano James Creelman, anunciando sus deseos de retirarse. Dicho comentario motivó la formación de algunos partidos políticos, que quizá con temor de la figura presidencial sólo se disputaban la vicepresidencia, excepto por el Anti-reeleccionista, que postulaba como presidente a Francisco I. Madero, pero ante la reeleción de Díaz y Ramón Corral, el descontento se generalizó y por todos lados se planteó la revolución. El 5 de Octubre de 1910, Francisco I. Madero expidió el plan de San Luis, el cual invitaba a la rebelión para el día 20 de Noviembre de 1910.

La revolución de 1910 cundió por todo el país, y derivó en la salida de Porfirio Díaz del país, exiliándose en Francia, y muriendo en París el 2 de Julio de 1915, a la edad de 84 años.

Fuente.