Miguel Hidalgo y Costilla nació el 8 de mayo de 1753 en la hacienda de San Diego de Corralejo, en la jurisdicción de Pénjamo, de la Intendencia de Guanajuato. Fue hijo de Cristóbal Hidalgo Costilla y de Ana María Gallaga Mandarte y Villaseñor. Sus padres contrajeron matrimonio en 1750l. A los 9 años de edad quedó huérfano de madre y a los 12, habiendo terminado sus primeros estudios al lado de su padre, marchó a Valladolid (hoy Morelia) para luego inscribirse en el Colegio de San Francisco Javier, atendido por los padres jesuitas.
De 1765 a 1767 estuvo en esa institución, con su hermano José Joaquín, estudiando retórica y gramática latina hasta que los jesuitas fueron expulsados. A fines de ese año él y su hermano regresaron a Valladolid para inscribirse en el Colegio de San Nicolás Obispo. Allí, debido a la tradición escolar de poner mote a los chinches (alumnos de nuevo ingreso) fue apodado como El zorro. Ahí obtuvo un alto aprovechamiento de tal manera que antes de los tres años de rigor, el 20 de febrero de 1770, se graduó de bachiller en Letras. Y el 30 de marzo siguiente, en la Real y Pontificia Universidad de México, de bachiller en artes.
Cursó estudios en San Nicolás distinguiéndose en teología escolástica y moral. En una ocasión cuando debió sustentar un acto público, no pudo darse, pues una noche, reacio a sujetarse a la disciplina escolar, escapó del colegio, saltando por una ventana de la capilla. A su vez, recibió el grado de bachiller en Teología.
En el colegio obtuvo una beca para emprender estudios canónicos.Además de desempeñar una intensa actividad académica.
Posteriormente se le fue concedido el subdiaconado (la primera de las mayores sagradas órdenes), luego en 1776, el diaconado, siendo profesor de filosofía, y el en Septiembre 1778, el presbiterado, con lo cual recibió la potestad de celebrar la Eucaristía y absolver los pecados.
Actividad académica
De 1779 a 1792 se dedicó con ímpetu a la vida académica en San Nicolás. Siendo profesor de gramática latina y artes hasta 1782, posteriormente de teología escolástica. Fue en 1787 se le nombró tesorero, vicerrector y secretario de la institución. Ya entonces se firmaba Miguel Hidalgo y Costilla; al principio sólo usó el nombre y el primer apellido; posteriormente añadió el segundo, sin la conjunción y finalmente lo compuso como Miguel Hidalgo y Costilla, muy probablemente para diferenciarse de un clérigo homónimo que llegó a ser cura de San Juan del Río, en Durango. En 1788, el virrey Manuel Flores le concedió los beneficios de la sacristía de San Clara de los Cobres, cuyas obligaciones cumplía los domingos y días festivos. Aparte de las materias de rigor, incluyendo latín, dominaba el francés y el italiano, y las lenguas indígenas otomí, tarasco y mexicano.
Obtuvo el cargo de rector de San Nicolás en 1790. Hacia fines del año siguiente fue objeto de murmuraciones: le eran reprochados el carácter adquirido con los jesuitas, la lectura de libros prohibidos, el trato con mujeres y la afición al juego. Ese mismo año renunció a sus puestos incorporándose en Colima, a servir el curato enviado por el Obispo, no sin antes poner a salvo, secretamente, a sus hijos Agustina y Lino Mariano, producto de sus relaciones con Manuela Ramos Pichardo.
Liderazgo
Miguel Hidalgo tenía el gusto por aprender las labores del campo. El contacto con lo artesanos de su pueblo le facilitaba el aprendizaje de diversas artesanías, y él siempre se mostraba dispuesto a ayudar a sus feligreses. Su espíritu emprendedor lo llevó a instalar varios talleres de artesanías e industria (alfarería, curtiduría, carpintería, herrería, etc.). Con la ayuda de sus feligreses mandó excavar una noria y plantó moreras y vides.
Con una mente que tendía al desarrollo, se preocupaba por enseñar actividades que tuvieran algún tipo de valor comercial; actividades productivas que contribuían poderosamente a elevar el nivel de vida de los habitantes de Dolores y poblaciones vecinas, por lo que aprovechaba los recursos naturales, cosa que nadie había hecho en esa región.
La enemistad del Cabildo de Valladolid contra Miguel Hidalgo se hizo presente en los cargos económicos que se le hicieron en 1798 por supuestas deudas. Fue a causa de un comentario de Miguel en los oídos de un presbítero llamado Joaquín Huesca, acerca de la Historia eclesiástica de Claudio Fleury, donde se afirma que el gobierno de la Iglesia estaba manejado por ignorantes, que la Biblia debía estudiarse con libertad de entendimiento y que la Epístola de San Pablo era apócrifa, lo que hizo que aquél lo acusara ante la Inquisición, la cual se limitó a archivar la denuncia, por falta de pruebas.
Surgen las ideas del movimiento independentista
Fue en el año de 1808 cuando conoció al capitán Ignacio Allende. En uno de sus viajes a Guanajuato, en 1810, visitó la casa de Bernabé Bustamante, cuyo hijo le prestó un diccionario de ciencias y artes: en dicho diccionario se encontraba un artículo sobre artillería y fabricación de cañones. De vuelta en Dolores, construyó varias bocas de fuego y las puso a prueba disparando salvas con el pretexto de dar mayor solemnidad a la fiestas religiosas.
Miguel Hidalgo e Ignacio Allende no escondían sus opiniones respecto a que la invasión napoleónica de España era motivo suficiente para que las colonias de América se independizaran, restituyéndose a la jurisdicción de la Corona cuando Fernando VII, preso en Valenca volviese al trono. En febrero de 1810 Miguel Hidalgo y Allende viajaron a Querétaro para conocer el plan revolucionario del doctor Manuel Iturriaga, cuyos términos aceptaron. El plan consistía en propagar en las principales poblaciones la inconformidad con los españoles y rechazar así mismo la idea de que la Nueva España quedara sometida a los franceses, en declararse simultáneamente por la independencia en momento oportuno, y en expulsar del país a los peninsulares, concentrando sus caudales en las cajas públicas. Los conjurados de San Miguel propusieron el 1° de diciembre como día del pronunciamiento, y nombraron al señor cura Miguel Hidalgo y Costilla como jefe, y al pueblo de San Juan de los Lagos como sitio para dar el grito de Independencia, aprovechando la concentración de 100 mil fieles que era esperada para esa fecha con motivo de las festividades de la Virgen.
Miguel Hidalgo da el grito de Independencia
En cuanto aceptó liderear el movimiento, compareció ante las juntas de San Miguel y Querétaro, y regresó a Dolores a fabricar hondas, machetes y lanzas, todo en secreto. En un segundo viaje a Querétaro, a principios de septiembre, enterado de que los peones y vaqueros de las haciendas de Bravo, Casas, Regil, Carranza y Sabanilla estaban ya armados y alertas para lanzarse a la lucha, y de que se contaba con un fondo de $ 72 mil, que había reunido el corregidor Domínguez, decidió anticipar el levantamiento para el 2 de octubre y volver a Dolores para acelerar los preparativos. El 10 de septiembre, sin embargo, la conspiración fue denunciada en Querétaro, por el capitán Joaquín Arias, y el 13, en Guanajuato, por el tambor mayor Juan Garrido. La noche del día 15 se enteró de estos sucesos por conducto de Juan Aldama, en presencia de Allende; mandó llamar a su hermano Mariano y a su pariente Santos Villa, y junto a otros hombres exclamó: “¡Caballeros, somos perdidos; aquí no hay más remedio que ir a coger gachupines!”.
A continuación realizaría las primeras acciones del movimiento de independencia, las cuales eran congregar a los vecinos comprometidos, a los padres José Gabriel Gutiérrez y Mariano Baeza, y a los operarios de los talleres. A aquellos les pronunció una primera arenga luego de lo cuál libertaron a los presos y se apoderaron por sorpresa de las espadas. Después, en las horas siguientes Miguel y los insurgentes hicieron prisioneros a los españoles. Fue entonces cuando, a las 5 de la mañana del día 16 de Septiembre (o poco tiempo después, según otras versiones), hizo tocar el esquilón San José de la parroquia, llamando a misa, y desde el pórtico de la iglesia dirigió estas y otras palabras a la gente que acudía al llamado:
Este movimiento tiene por objeto quitar el mando a los europeos…, que se han entregado a los franceses y quieren que corramos la misma suerte, lo cual no debemos consentir jamás. iViva la Independencia! ¡Viva la América! ¡Muera el mal gobierno!.
Comienzan las batallas por la independencia
Miguel Hidalgo encargó a Allende la organización militar de la gente que se había reunido y a las 11 de la mañana estaba ya formada y lista para emprender la marcha. Era una columna de 800 hombres, la mitad de ellos a caballo. Fue en el Santuario de Atotonilco, de cuya sacristía tomó la imagen de la Virgen de Guadalupe que desde ese instante se convirtió en la bandera de su ejército. Ese mismo día llegaron a San Miguel el Grande, que no ofreció resistencia, y donde Hidalgo nombró autoridades, formó nuevos pelotones y acrecentó los fondos insurgentes, que administraba su hermano Mariano, y que habían sido compuestos por recursos tomados del clero y de la Administración de Alcabalas. Posterioermente es nombrado Capitán General, Allende Teniente General, y Aldama Mariscal. Le escribió ese mismo día al intendente Riaño, donde le pedía la rendición de la plaza de Guanajuato, y luego el día 23, ante el rechazo de la petición, tomó Salamanca e Irapuato.
La toma de la Alhóndiga de Granaditas
El día 27 los sublevados estaban ya en la hacienda de Burras, y nuevamente rechazada por Riaño una segunda petición de rendición, hecha por conducto de Mariano Abasolo e Ignacio Camargo, avanzaron sobre Guanajuato. Los españoles se protegían en la Alhóndiga de Granaditas, al fin tomada, al cabo de un sangriento asalto, durante el cual murió Riaño, un viejo amigo de Miguel Hidalgo, y donde un héroe mexicano se cubrió de gloria: Juan José María Martinez, alias El Pípila, quien pudo prenderle fuego a la entrada de la alhóndiga, arrastrándose valerosamente protegido por una loza que llevaba en su espalda. Todos los españoles que se encontraban en la Alhóndiga fueron asesinados.
Posteriormente estuvo en Dolores, para hacer cesión de sus bienes en favor de sus hijas y ganar nuevas voluntades, luego regresó a Guanajuato. Fue ahí donde organizó dos cuerpos de infantería, uno en Valenciana al mando al mando del coronel Casimiro Chowell, y otro en la ciudad, confiado a Bernardo Chico; estableció una casa de moneda y una fundición de cañones. Mientras tanto, en Michoacán el Obispo, Abad y Queipo, publicó el edicto de excomunión de Hidalgo y sus seguidores. Fue entonces cuando fue avisado de que la señora María Catalina Larrondo había hecho aprehender, a supaso por Acámbaro, al Intendente de Michoacán, Manuel Merino, al comandante de las armas, Diego García Conde, y al coronel Conde de Casa Rul. Esta circunstancia, que le abría las puertas de una segunda provincia, lo motivó a movilizar sus fuerzas, con rumbo a Michoacán, y luego a marchar con el grueso de sus fuerzas, para tomar Valladolid, a la cual entró sin resistencia el 17 de octubre.
Miguel Hidalgo y Costilla decreta la abolición de la esclavitud
El 19 de octubre, por instrucciones suyas, fueron publicados, el decreto que abolía la esclavitud y cuyo incumplimiento mandaba castigar con la pena de muerte y la confiscación de todos los bienes del infractor. Fue en la población de Charo donde conoció al futuro caudillo, el cura de Carácuaro, José María Morelos y Pavón, y en Indaparapeo, una vez que le expuso los motivos de la revolución, le encomendó movilizar al sur del país y dar la batalla a los realistas. En Zinapécuaro decidió seguir avanzando hacia la capital del virreinato, se promovieron algunos grados militares y Miguel fue nombrado Generalísimo. Fue entonces cuando fueron confeccionados los uniformes de casaca azul, con collarín, vueltas y solapas de color rojo vivo, bordados de oro y plata, tahalí negro, también bordado, y una placa de oro en el pecho, con la imagen de la Virgen de Guadalupe. En San Felipe del Obraje, mandó ofrecer sin éxito a Agustín de Iturbide, que guarnecía la plaza, la banda de teniente general. El 30 de octubre, salió por el camino de México y libró enconada batalla contra las fuerzas del realista Trujillo, que fueron derrotadas en el Monte de las Cruces. Los insurgentes avanzaron hasta Guajimalpa y en una de las más extrañas desiciones de Miguel, el 2 de noviembre, las tropas insurgentes regresaron por el mismo camino sin haber intentado tomar la capital.
Después, las tropas insurgentes sufrieron una gran derrota en Aculco el 7 de noviembre, por lo que Allende decide regresar a Guanajuato. Hidalgo por su parte marcha Valladolid (hoy Morelia), y después a Guadalajara, llegando a esta el 26 de noviembre con más de 7 mil hombres.
Es en Guadalajara donde Hidalgo organiza el primer gobierno independiente. Para ello contó en la administración con Ignacio López Rayón al frente de la denominada Secretaría de Estado y del Despacho, y con José María Chico en la Secretaría de Gracia y Justicia. Asimismo, deroga los tributos pagados por las castas y las contribuciones de los indígenas. También ordena la publicación de “El Despertador Americano”, primer periódico insurgente.
Monumento en honor a Juan José María Martinez, El Pípila, en Guanajuato, México. El heróico personaje de la toma de la Alhóndiga de Granaditas.
Una vez que los realistas tomaron Guanajuato, Allende decidió huir a Guadalajara a fin de unirse a las tropas de Miguel Hidalgo. Comenzaron a organizar las batallas, ya que los realistas que estaban por llegar a Guadalajara; pero Miguel no estaba de acuerdo con el plan de Allende. Así comenzó una serie de combates, y a pesar de la constante lucha del ejército insurgente, en la batalla de Puente de Calderón, en la cuál en varios momentos estuvo a punto de ganar, una explosión de un carro de municiones de los insurgentes facilitó la victoria del enemigo; siendo derrotado el ejército insurgente el 17 de enero en Puente de Calderón. Luego de esa derrota se dirigió a Zacatecas; el 25 de enero Allende junto con otros jefes insurgentes destituyeron a Hidalgo del mando militar, ya que lo señalaban responsable de la última derrota, sin embargo aún ostentaba el liderazgo político, mientras que el militar recayó en Allende.
A marchas lentas, invirtieron un mes en llegar a Saltillo, donde renunció públicamente a la jefatura del ejército y rechazó el indulto expedido por las Cortes Generales Extraordinarias de España, que le fue enviado por el general José de la Cruz con autorización del virrey Venegas. “El indulto -contestó- es para los criminales, no para los defensores de la patria”.
Después de otras duras derrotas de las tropas insurgentes, cuando iban rumbo a Estados Unidos a conseguir fondos, él y sus fuerzas fueron traicionados por Francisco Ignacio Elizondo, un capitán de milicias retirado, que fraguaba por cuenta de los realistas un plan para aprehender a Hidalgo y a los principales caudillos. El día 19, con el pretexto de auxiliar a la columna salió Elizondo con 342 hombres al encuentro de los insurgentes. Éstos salieron de Anaelo y acamparon en La Joya; y el 21 se encontraron con las gentes de Elizondo en el pueblo de Baján, quienes simulando tributarles un recibimiento, detuvieron los carruaje y procedieron a desarmar y maniatar a sus ocupantes. A Hidalgo, que montaba un caballo prieto, lo dejaron avanzar hasta que estuvo en medio de las tropas lo detuvieron.
Miguel Hidalgo fue tomado preso en las Norias de Acatita de Baján el 21 de Marzo de 1811, y conducido a Chihuahua. Fue enjuiciado, degradado de su carácter sacerdotal y fusilado a las 7 de la mañana del 30 de julio de 1811. Poco después le decapitaron y enterraron su cuerpo. Su cabeza junto con la los héroes insurgentes Allende, Aldama y Jiménez, fueron llevadas a Guanajuato, encerradas en jaulas de hierro, y colgadas en las cuatro esquinas de la Alhóndiga de Granaditas hasta la victoria del movimiento independentista. Y aunque el líder que rompería las cadenas de la esclavitud había muerto, ni la fuerza ni el ímpetu del movimiento de independencia moriría; seguiría latente y activo hasta el año de 1821, año en el que los insurgentes triunfarían y aplastarían el régimen de la desigualdad y la esclavitud, proclamando a la patria mexicana como una nación libre.